martes, 4 de octubre de 2011

KANT “LA COMPLACENCIA QUE DETERMINA LOS JUICIOS DEL GUSTO"

Según Kant el gusto es la capacidad de juzgar un objetivo, además defiende la autonomía del arte. Ningún filósofo o crítico, había afirmado que una obra de arte humana debía ser vista con valor por sí misma, las críticas deben situarse en ella misma por su valor. El ojo de la mente, se ha transformado en el ojo físico, según el Dios Agustiniano que destaca el gusto de Kant por lo estético. Asimismo, desarrolla la compleja explicación de cómo es posible la experiencia de una percepción estética. “el puro juicio de los gustos”. Para Kant el juicio puro de gusto el juego de la imaginación y el entendimiento es totalmente libre y jamás termina en un juicio lógico, no tienen ningún concepto claro, solo forma y a finalidad. El gusto para Kant no es hablar del arte únicamente como tal. Además este filosofo entiende la exposición de “ideas de razón” como una obra de arte como la idea puede ser sublime o majestuosidad. Por ende tiene una estrecha relación entre las ideas fundamentales de metafísica y la moralidad, es decir, lo que el gusto incluye la respuesta al arte nos enseña, es nada menos que la fundamental verdad metafísica para nosotros de que nuestra voluntad puede ser libremente determinada por el principio de moralidad. El gusto hace posible el transito del encanto sensible al interés moral habitual. Kant en la complacencia, placer natural en adornos a nosotros mismos, para compartir con otros este placer. Asimismo, el juicio estético no puede depender de ningún interés de forma que se puede establecer una diferencia entre lo bello y lo bueno, partiendo siempre que para el autor existen tres tipos de complacencias, la de lo agradable la obra que deleita, la de lo bueno que es estimado y lo bello como aquello que place, es decir estos vendrían siendo las formas en las que se puede evaluar la estética desde un ámbito amplio. Dicho de otra manera, el juicio estético no puede depender de un interés ajeno a la propia contemplación del objeto. De esta manera, se crea una diferenciación entre lo bello y lo bueno, cuya unidad o por lo menos correspondencia se identifica en las filosofías trascendentales clásicas como las de Platón o Santo Tomás: de tal modo, según Kant lo bello no hace referencia a un fin determinado, sino es un fin netamente formal. Kant determina tres tipos de complacencias: la de lo agradable, que es aquel tipo de obra que simplemente deleita, la de lo bueno, que es estimado bajo valor objetivo con atributos ajenos al juicio desinteresado, y lo bello como aquello que place. Sólo lo bello entra en el ámbito del auténtico juicio estético, pues es una complacencia desinteresada y libre, sin reposar en interés alguno, ni el de los sentidos, ni el de la razón, ni el de la fuerza de aprobación.

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